jueves, 26 de junio de 2014

Muñeco bravo

Su mejor momento ya había pasado. Los flashes, las fiestas, los sectores VIP, las mujeres, eran parte de un pasado lleno de reconocimiento y fama. Pero el presente lo traía bastante venido a menos, con unos cuantos kilos de más, pelos de menos y sin plata, Chucky hacía muchas cosas para poder sobrevivir de la mejor manera. Era sabido que se había despilfarrado su dinero en mujeres de vida ligera, regalos ostentosos para sus varias esposas, pensiones alimenticias para sus decenas de hijos, y mucha falopa y alcohol. El muñeco maldito estaba en bancarrota desde hacía varios años y su representante, lejos de querer ayudarlo, le seguía cobrando en su nombre los dólares que le correspondían por regalías. Todo su entorno recuerda la noche en que firmó ese contrato. Fue durante una fiesta donde el muñeco se empomó cuanta muñeca inflable se le cruzara al ritmo de “Qué tendrá ese petiso” de Ricky Maravilla.
El tiempo había pasado y el actor de goma y plástico tenía que pagar sus cuentas. Por tal razón se presentó en la entrevista de trabajo que le ofrecía una conocida cadena de cines, con decenas de salas en los shoppings de Uruguay.
-Así que quiere este trabajo… señor… señor… Carlos. ¿Carlos? ¿A secas? ¿Sin apellido? preguntó el jefe de personal.
- Sí. Yo qué sé, ponele Chucky. Es mi nombre artístico. Quizá te suene… - contestó el juguete.
-¿Chucky…? ¿Chucky…? Sabés que no. Es el nombre del perro de mi cuñada. Un hinchabolas, cada vez que voy se me prende a la pierna y le quiere dar masita. Y eso que yo no tengo perro en…
-Ta. Dejá. - lo cortó el entrevistado – Carlos Chucky. Con “ck” y con “y” griega al final.
Luego de unas cuantas preguntas, Chucky salió de la entrevista con la propuesta de empezar al otro día en la labor de guardia de seguridad del complejo más importante de la cadena de cines. 
Llegó a su casa y sentó a mirar tele hasta que llegaran a cortarle la luz. Se divirtió mirando “El joven manos de tijera”, de quien había imitado varios movimientos que después reprodujo en sus películas, cambiando las tijeras por cuchillos. En las tandas se calentó mucho cuando vio la publicidad de una crema que prometía sanar las cicatrices. Es que se había gastado casi dos mil dólares en ellas y su cara seguía pareciendo un mapa político de África.
Al otro día llegó a su puesto de trabajo, con el uniforme negro, un handy y un chaleco antibalas.  Se paró el puesto asignado y esperó que la gente se acercara a las instalaciones.
Estuvo parado uno hora, cuando decidió empezar a recorrer, caminando lentamente y observando por encima de su hombro, tal como hacen la mayoría de los guardias. Es que al ser un día de semana, en un horario temprano, no había mucha gente y esto le permitía estar un poco más tranquilo, a pesar de los nervios de su primer día. Al acercarse al mostrador de los dulces y refrescos, le pareció ver un rostro familiar expendiendo los mismos. Al mirar nuevamente, pudo reconocer a Freddy Krueger. Debajo de la camisa de la empresa logró distinguir una polera roja y negra. No había dudas, era él. Se le acercó y le preguntó:
- Freddy, ¿sos vos?
- No, si hay muchos que tengan  estos pozos en la cara y que usen este gorro que te mete onda a lo loco. Claro que soy yo, papá. Y vos sos…
- Chucky. ¿Te acordás?
- Mmm… Chucky… ¿el de los Rugrats?
- ¡No! El del cuchillo.
- Ahh “Psicosis”. Chin chin chin -  contestó Krueger mientras hacía el movimiento de acuchillar con una Coca Cola 600 que tenía en la mano.
- El Muñeco maldito. ¿Te suena?
- ¡Gallardo! Igual te hacía más alto.
El nuevo guardia de seguridad lo miró con desprecio, con una expresión de mandarlo a cagar con un ojo y puteando a la madre con el otro.
- No. Soy el protagonista de unas cuantas películas que llevaban mi nombre.
Acto seguido, agarró una lapicera que había cerca de la caja registradora y se la clavó en un ojo a Krueger, para retirarla e introducírsela  en el pecho, abdomen y cara. La sangre del antes asesino en sueños se desparramó en el piso, sobre el pop dulce y un poco sobre el salado (no importaba, hacía un par de semanas desde que habían vendido el último, apesta). Mientras veía cómo el resto de los guardias y un policía que andaba de civil corrían hacia él, seguía enterrando la lapicera al grito de “¡Y vos, pelotudo, que tuviste que hacer una película con Jason porque todo el mundo se los confundía! ¡Sorete!”.
Entre todos lograron reducirlo y Chucky fue trasladado a la seccional, mientras Freddy fue trasladado de urgencia a un hospital cercano al shopping donde logró salvar su vida.
Meses después, el muñeco fue encerrado en un nosocomio psiquiátrico de alta seguridad.
En la actualidad, por su parte, la novia de Chucky consiguió un lugar en un nuevo "Bailando por un sueño" y cada tanto tiene puterío con Moria Casán. Hasta ahora no se sabe cuál de las dos es más artificial.
El hijo de Chucky, luego de un jingle pegadizo, imágenes photoshopeadas y unos cuantos discursos sobre la inseguridad, fue electo representante en el senado por un partido político. Está moviendo papeles y llamando contactos para liberar a su padre.