jueves, 21 de mayo de 2015

Una mano


- Hola, adelante.
- Permiso, vengo por el aviso que ofrecía trabajo para un local de vestimenta en una de las Expo de 18 de Julio.
- Sí, es acá. Pasá, sentate. Decime, ¿trajiste tu currículum? Ah bien. Y con la foto que te representa fielmente. No, no sabés. A veces la traen photoshopeada y cuando las tenés en persona nada que ver. Pero no es tu caso. Bien... Acá dice que manejás varios idiomas.
- Sí, inglés, francés, mandarín, e italiano. Aunque este último me resulta un po difficile. Jeje.
- Jeje, eso lo entendí. Pero pusiste que también manejás el esperanto.
- Efectivamente, pero pensé que no me iba a servir de mucho en este contexto. Pero sí, lo manejo bastante bien.
- Es bueno saberlo. De los barcos chinos puede bajar cualquier cosa. Pero sigamos... Por lo visto tenés alguna experiencia laboral. Trabajaste como curadora en museos muy importantes de Europa. Fuiste asesora en algunas empresas multinacionales.  Esto que dice de la NASA, ¿es cierto?
- Sí, pero mire que fue algo así como una pasantía. Querían que me quedara pero tenía que dejar a mis animalitos acá. No puedo desprenderme de ellos tan fácilmente.
- ¿Tenés mascotas?
- Así es. Igual yo dirijo una fundación de protección animal, a eso me refería. Pero es honorario. No lo tomo como un trabajo.
- Sorprendente. Por lo visto manejás algo de computación... Bah, supongo, porque no entiendo muy bien qué son esos nombres. Serán programas, ¿no?
- Algo así... He brindado lo mejor de mí para algunas empresas. Igual, desde que Steve nos dejó, no quise seguir llevando ideas a Apple. No digo que sea un adiós para siempre, porque para decir verdad, tengo algunas cositas en la cabeza que podrían resultar exitosas en el mercado. Pero por ahora no. Veremos.
- Brillante, che. Me dejás perplejo. Y por lo visto terminaste el liceo. Y seguiste. Ahhh. Sos doctora. Quizá puedas ayudarme con un dolor en la espalda que me trae loco desd...
- Espere. Jeje. Sé que suele generar confusión, pero soy abogada. Soy doctora en leyes. Igual no estoy ejerciendo. Desde que me di cuenta de que cabía la posibilidad de tener que defender actos que van en contra de mis principios, puse la abogacía en stand by. Lo sigo pensando.
- Mmmh. Entiendo. Una joyita. ¿Cómo se ve con el trato con el público?
- Para ser sincera y dejando la modestia de lado, creo que es mi fuerte. He trabajado en varias casas de moda a lo largo y ancho del planeta y supe aconsejar a exigentes personalidades. No sé. Rihanna. David Beckham. Sarah Jessica Parker...
- Ah la pucha. Grossa, grossa. Es todo muy prometedor, pero me estarían faltando las referencias personales. ¿Tenés?
- Sí, es la hoja 34. Empieza 'Obama, Barack'. Me falta su mail porque lo cambió hace poco. Resulta que después de los de Wikileaks quedó muy perseguido, jeje. Y, entre nosotros, no sabe que yo ayudé a Assange a conseguir varios de los archivos.
- Bueno. La verdad es que me dejás perplejo. Con esto estaría todo. El trabajo en la Expo te va a gustar. ¿Podés empezar la sem...?  Ah, me olvidaba de la última preguntita. ¿Escuchás a Petinatti?
- No. No me resulta divertido.
- Ah... Bueno... Bien. Dejame acá tu número y nosotros te llamamos. Quedate tranquila que cualquier cosa te vamos a estar convocando para una segunda entrevista.
Andá tranquila, y decile a la próxima que pase, por favor.

domingo, 8 de marzo de 2015

"Yo te inventé"


Sofovich tenía casi terminado el libreto de su nueva obra "El champán las pone más trolas que nunca, reloaded". El título había sido modificado porque el anterior le había parecido un poco fuerte y quizá repercutiera negativamente en los ingresos económicos del espectáculo. Tinelli ya había puesto el ojo en un par de las bailarinas, las cuales aparecían con un sugerente traje de secretaria, compuesto por un par de lentes y un moño en el pelo. Listo el vestuario. Los actores de la obra harían un sinfín de chistes relacionados con las nalgas de las "actrices" (a Gerardo no le gustaba llamarlas así, no creía que ellas tuvieran capacidad histriónica más que para decir "Ay, doctor, no sé si me va a entrar ese supositorio tan grande" haciendo reír a carcajadas a los presentes en el teatro). Chistes de escotes no faltarían, aunque los escotes ya llegaran a mostrar la zona pélvica de las chicas. El final de la obra prometía algo moderno, lleno de magia y artísticamente revolucionario: desde el techo bajaría una gran piscina llena de barro, donde "actrices", bailarinas, productoras y mujeres del público (que hayan pagado el ticket especial extra en la boletería) lucharían en bikini. La ganadora se haría del premio mayor compuesto por un lavarropas y una aspiradora. Prometedor. Los hombres que quisieran podrían poner billetes en la ropa de las mujeres y si la cantidad de dinero era suculenta, podrían elegir una muchacha del staff para satisfacer cualquier necesidad, ya sea de índole sexual como doméstica. Se esperaba que la obra significara una gallina de los huevos de oro para el productor, ya que los actores cobrarían lo justo por su trabajo, mientras que las mujeres serían recompensadas con algo superior: trabajarían a su costado en un nuevo programa de televisión que estaba preparando, siendo las encargadas de sacar sobres, sostener carteles de auspiciantes y dejándose basurear en público por el gran Gerardo. "Un sueño para cualquier mujer que se digne de tal" había titulado una revista de chimentos con una foto de él sentado en una silla mientras que una rubia, una morocha y una pelirroja aparecían a su derecha, a su izquierda y saliendo de entre las piernas del canoso, respectivamente. Luego pasarían a la fama como "Las Ángeles de Sofovich" en otra idea magistral y creativa del "presidente del jurado". Iba a ser todo un gran éxito.
Desgraciadamente, este espectáculo quedó trunco por el repentino deceso del productor. Muchas mujeres lloraron frente a su cuerpo inerte. Para el velorio se tuvo en cuenta el último deseo de Gerardo y muchas secretarias bailaron en minifalda y sin ropa interior, mientras a todo volumen se escuchaba una grabación de la voz del fallecido que decía cosas como "Movete, estúpida", "No servís para nada", "Subite esa pollerita", "Entreverá esos sobres, idiota del orto" en un infinito loop misógino. Que en paz descanse.